La detección de tres casos autóctonos en el último mes (uno en Buenos Aires y dos en Córdoba) es una advertencia de que el virus está circulando; recomiendan revisar que no haya criaderos peridomiciliarios
Para que se desencadene un brote de dengue se necesitan dos cosas: personas infectadas y mosquitos Aedes aegypti que, al picar, lleven el virus de una a otra. Las poblaciones de mosquitos están en los valores esperables para esta época del año, en la que proliferan. La detección de tres casos no importados en el último mes no constituye un brote, pero es una señal de advertencia de que el virus está circulando. Los especialistas no se arriesgan a pronosticar si ésta será una temporada con muchos o pocos casos, pero como precaución sugieren revisar las viviendas y sus alrededores, y “descacharrar”; es decir, eliminar todo reservorio, no importa cuan pequeño sea, en el que se acumule agua y que pueda convertirse en un criadero de estos insectos.
“Estuve mirando un poco las estadísticas a lo largo de las últimas semanas, comparando con temporadas anteriores, y la verdad es que no tenemos algo diferente, y tampoco en los países limítrofes, como Bolivia, Paraguay o Brasil –comenta Sylvia Fischer, del Grupo de Estudio de Mosquitos (GEM) de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA–. Es verdad que hubo un pico muy alto el año pasado y que lo mismo había ocurrido justo antes de nuestra epidemia grande. Pero en este momento el número de casos parece ser lo normal, o incluso un poquito menos, tanto en la región como acá. No veo nada que permita decir que este año va a haber un brote importante. Nuestras epidemias están muy correlacionadas con lo que pasa en los países vecinos. Los primeros casos siempre están viniendo de zonas donde hay transmisión anual, como Brasil o Paraguay. No puedo descartarlo, pero no parece muy probable”.
Fischer (que aclara que es especialista en mosquitos y no en dengue), explica que ya en esta última semana la eclosión de los huevos ascendió a valores bastante altos, comparables con los que suele haber en esta época del año. “Éste es el momento en el que empieza a aumentar exponencialmente la abundancia de mosquitos. Y sabemos que estos números son suficientes para que, si hay casos, se transmitan. Hay que tener en cuenta que puede haber subreporte, porque algunos síntomas tienen similitud con los de Covid. Tal vez las personas, que vienen bastante acostumbradas a ese tipo de cuadros, no vayan al hospital y que por lo tanto haya menor notificación que antes de la pandemia. El hecho de que haya pacientes autóctonos nos está diciendo que se registra circulación del virus, aunque mínima por ahora”.
Una enfermedad estacional
La investigadora subraya que no es habitual que las epidemias surjan a partir de uno o dos eventos, que habría que pensarlas más como una lluvia de casos, de los cuales algunos “prenden”, como las chispas que desatarán un incendio. En presencia del Aedes aegypti deberíamos aumentar las medidas de prevención reduciendo los lugares en los que se puede criar y reproducir, usando repelente y telas mosquiteras en las ventanas y, en el caso de tener síntomas, reduciendo nuestra exposición al aire libre. “En general, al menos en mi experiencia, Aedes aegypti suele estar más alrededor de las viviendas que adentro”, comenta.
Por su parte, el virólogo Mario Lozano, ex rector de la Universidad Nacional de Quilmes, disiente: «A mí me parece que va a haber muchos casos –afirma–. Los brotes de dengue en la Argentina tienen una dinámica de un par de años con pocos casos y después viene uno más grande. El último de estos fue en 2020, así que es probable que este año vuelva a ser alto, sobre todo porque hay mucho en Brasil y Paraguay, y nosotros dependemos un poco de lo que pase allá. Son las personas que viajan desde esos territorios donde es endémica la enfermedad y llegan infectadas al país, las que acá inician un ciclo de transmisión. Una de las cosas que hay que tener en cuenta es que si no hay mosquitos no se transmite, y por eso en invierno deja de haber casos, ya que cuando las temperaturas bajan, quedan como huevos, inertes».
El dengue ya se convirtió en una enfermedad estacional, incluso en estas latitudes. Todos los años, el pico de casos se da entre febrero y abril. “La prevención tiene que ver con reducir los sitios de cría –explica Manuel Espinosa, de la Fundación Mundo Sano–. Pero además, cuando estamos en un brote, la población tiene que estar atenta a los síntomas, que a veces se confunden con una gripe o un resfrío: fuerte dolor de cabeza, músculos y articulaciones, fiebre alta y, en ocasiones, sarpullido. En ese caso, hay que consultar de inmediato y no automedicarse”.
Un objetivo es reducir la carga ambiental de sitios donde el mosquito puede reproducirse; es decir, neumáticos o electrodomésticos en desuso, bidones, tanques de agua sin tapa, botellas. Incluso recipientes tan pequeños como una tapita de gaseosa, si juntan agua pueden servir para que los mosquitos depositen los huevos y se críen larvas.
“Es importante eliminar todo eso durante el año, antes de que comience el calor y la lluvia, que son las condiciones ambientales y de temperatura favorables, porque si no, al inicio de la temporada de dengue los municipios cuentan con una importante carga de potenciales criaderos –destaca Espinosa–. Cuando se desata un brote, el ‘descacharreo’ puede tener un efecto secundario negativo, que es que al acarrear esos recipientes por la ciudad se puede generar dispersión y nuevos focos de infestación. Cuando empiezan a aparecer casos, lo importante es que el sistema de salud esté atento para tomar las acciones necesarias, ir a las viviendas, hacer el control en la manzana y el ‘volteo’ de [mosquitos] adultos. Ahí, lo fundamental es reaccionar rápido para reducir la cantidad de insectos infectados, o que puedan adquirir capacidad vectorial y transmitan la enfermedad. Pero cuando se llega a esa instancia, muchas veces es tarde, por eso se insiste tanto en trabajar en los períodos previos”.
Una población que se expande
Hasta hace algo más de un lustro, en la zona metropolitana no había reportes de dengue; sin embargo, distintos estudios muestran que, por el aumento de las temperaturas promedio, el Aedes aegypti está presente en latitudes cada vez más alejadas del Ecuador. Por otro lado, investigadores del Grupo de Estudio de Mosquitos comprobaron que puede completar su ciclo de desarrollo a solo 12°C, lo que amplía la temporada de transmisión de enfermedades de las que es vector (https://academic.oup.com/jme/article-abstract/56/6/1661/5505308). Observaron que sus larvas pueden soportar el invierno porteño y alcanzar el estado adulto.
En 2015, en otro trabajo que se publicó en el Journal of Vector Ecology (https://onlinelibrary.wiley.com/doi/pdf/10.1111/jvec.12181), establecieron que su avance hacia el sur es notorio, ya que lo detectaron en lugares como San Clemente, San Bernardo y Villa Gesell, en la provincia de Buenos Aires.
También se sabe que existe la transmisión vertical, aunque en tasas reducidas. “Es decir, de todas las ‘oviposturas’ de una hembra infectada, solo un bajo porcentaje de huevos pueden estarlo. Lo que no está comprobado es cuál es el rol de esa transmisión vertical en un brote”, dice Espinosa. Trabajos de Mundo Sano en la epidemia de 2009, durante la cual capturaron machos (que no pican, por lo tanto no se pueden infectar de la sangre) y encontraron individuos positivos. Es decir, que tienen que haber nacido ya con el virus.
El dengue tiene cuatro serotipos. El que predomina en nuestro territorio es el 1, y dependiendo de qué región, puede haber ingreso de algún otro. Eso plantea un dilema sanitario, ya que cuando una personas infectada previamente con uno de ellos adquiere otro, puede desarrollar lo que se conoce como “dengue hemorrágico”. Se da un fenómeno llamado “estimulación mediada por anticuerpos”: los que uno desarrolló contra la primera cepa, cuando se unen a otra, no solo no la neutralizan, sino que además llevan el virus hacia la célula donde se replica; o sea, que provocan una infección varios órdenes de magnitud más grave que la primera. Otro trabajo, también local, pero de científicos de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA y del Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y Sida, descubrió que uno de cada cuatro adultos del AMBA ya tiene anticuerpos contra el dengue, lo que aumenta el riesgo de complicaciones ante una eventual nueva infección con otro subtipo.
Vacunas en desarrollo
“Es importante estar atento a los síntomas, concurrir al médico y no automedicarse –insiste Espinosa–. También hay que mencionar que la preocupación no debería ser solamente el dengue. En este momento, Paraguay está teniendo un brote de chikungunya [que produce dolor articular, náuseas y vómitos, intenso cansancio, picazón y/o sangrado de encías, y que en algunos pacientes puede derivar en artritis crónica]. No nos extrañemos de que aparezcan estas infecciones, no solo en la frontera o en Formosa, sino también por gente que viaja a Buenos Aires o a otras provincias. Para dar una idea, hasta las últimas semanas de noviembre, en la zona central del país vecino, las notificaciones alcanzaban los 200 casos. En las últimas tres semanas de diciembre, pasaron a 700. Es un número relevante para un período tan corto. Eso es un brote que puede convertirse en una epidemia”.
Por ahora, el tratamiento para el dengue es sintomático, pero se están desarrollando vacunas. Existe una (aprobada en la Argentina y también en otros países), pero la Organización Mundial de la Salud la indica solamente para aquellos que ya lo sufrieron, porque no protege un ciento por ciento contra los cuatro serotipos. Entonces, si uno genera anticuerpos contra todos, pero luego se infecta con alguno contra el cual la protección es de un 50%, es como si tuviera una segunda infección, pero con inmunidad no protectiva, lo que en lugar de ayudar puede complicar. Por otro lado, solo podía aplicarse entre los 9 y los 60 años. La OMS sugiere utilizarla en lugares donde la prevalencia sea del 70% (acá es de menos del 20%).
“Otra inmunización, de una compañía japonesa, parece ser bastante efectiva para los cuatro serotipos y está siendo sometida a la aprobación de la OPS –destaca Espinosa–. Esperemos que pueda empezar a aplicarse. En el Instituto Butantán, de Brasil, también se están generando los últimos resultados de las pruebas de fase dos de una vacuna que podría ser efectiva contra los cuatro serotipos. Esto haría más fácil controlar los brotes, sobre todo en áreas endémicas”.
Según la OMS, aumentó mucho la incidencia del dengue en el mundo. El número de casos notificados se multiplicó por ocho en las dos últimas décadas (se producen casi 400 millones de infecciones por año, de las cuales alrededor de un centenar de millones revisten distinta gravedad). En la actualidad, la enfermedad es endémica en más de 100 países de África, América, el Mediterráneo Oriental, Asia Sudoriental y el Pacífico Occidental.
Argentina, 8 de enero de 2023.
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