El Chikungunya es transmitido por los mosquitos Aedes albopictus y Aedes aegypti, también vector del dengue, “es decir que lo que hay que hacer es evitar la presencia, la proliferación y la exposición a las picaduras”, sintetizó Marcelo Abril, epidemiólogo y director de Programas y Proyectos de Mundo Sano, organización que desde 1993 trabaja en la investigación y desarrollo de planes para mejorar la salud pública.
“Al compartir el mismo vector y al no haber vacuna, la prevención pasa por evitar ese riesgo de exposición a los mosquitos”, ratificó Abril y precisó que se puede aportar desde “el ordenamiento ambiental y los patios y en no dejar recipientes con agua que puedan transformarse en criaderos”.
Entre las recomendaciones indicó que se deben mantener perfectamente cerrados los tanques de agua, colocar mosquiteros en puertas y ventanas, descartar recipientes en desuso como neumáticos y botellas y colocar boca abajo los que no se utilizan.
Desde la fundación también instaron a utilizar espirales o tabletas insecticidas, remover al menos una vez por semana el agua de floreros y bebederos de animales y conservar limpios los techos, toldos y canaletas de las viviendas.
En cuanto a los cuidados personales, indicaron que hay que reducir la exposición a los mosquitos en el amanecer y el atardecer, que son los horarios de mayor actividad de los transmisores y, al estar al aire libre y en la medida de lo posible por el calor, cubrir brazos, piernas y utilizar calzado cerrado.
También recomendaron el uso de repelente, no sólo sobre la piel expuesta, sino también sobre la ropa ya que el mosquito pica a través de la tela, el que se debe aplicar cada cuatro horas para preservar su efectividad.
El alerta sobre el Chikungunya obedece a la detección de casos importados en países como Brasil, Perú, Chile y Paraguay, tras propagarse por Centroamérica y el Caribe.
“En la Argentina todavía no hay casos autóctonos”, explicó la directora del Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas Dr. Julio Maiztegui, Delia Enría, aunque sostuvo que “es esperable que a corto plazo nosotros también estemos participando de este escenario de transmisión”.
“La enfermedad se detecta con análisis de laboratorios específicos”, manifestó y añadió que se trabaja con todos los centros que integran la Red Nacional de Dengue y otros Arbovirus en las técnicas disponibles para su diagnóstico.
Ambas enfermedades comienzan con fiebre alta, dolores de cabeza, náuseas y fatiga. Pero a diferencia del dengue, la fiebre Chikungunya provoca fuertes dolores en las articulaciones, como reumatismos prolongados que, en ocasiones pueden persistir durante meses.
Justamente el vocablo Chikungunya proviene de una lengua originaria de Tanzania y significa “enfermedad del hombre retorcido”, debido al fuerte dolor y la inflamación que provoca.
“El dengue es una enfermedad febril caracterizada por fuertes dolores musculares, cefalea y la aparición de manchas en la piel, en cambio en el Chikungunya lo que observamos, y en esto coincide la literatura mundial sobre el tema, es que el paciente tiene fuertes dolores articulares más que musculares”, explicó Alfredo Seijo, infectólogo del Hospital Francisco Muñiz.
“No suele tener tantas mialgias ni hemorragias, es decir hay un comportamiento distinto al dengue. Pero lo más significativo desde el punto de vista clínico es que así como el dengue puede ser una enfermedad muy grave, es autolimitada, empieza, termina y el paciente en general se recupera, excepto aquellos que hacen cuadros más graves, pero no hay lesiones crónicas”, comparó.
“Se demostró en modelos animales que el Chikungunya, a diferencia del dengue, persiste en diversos tejidos y células por lo que ya no estamos hablando de una enfermedad limitada y aguda sino una con posibilidad de producir manifestaciones crónicas”, comentó Seijo.
El médico también marcó una diferencia en cuanto al tratamiento de ambas enfermedades: “Con el dengue la hidratación y el uso de antitérmicos como el paracetamol pueden ser efectivos, pero con el Chikungunya no hay problemas de extravasación de plasma, la hidratación es importante pero no tiene la importancia como para el dengue”.
“Tampoco sé si los vamos a poder tratar a los pacientes exclusivamente con paracetamol porque la experiencia es que los dolores articulares no sólo se prolongan en el tiempo sino que son bastante refractarios a una medicación con antiinflamatorios no esteroideos y ahí empezamos con el peligro de la automedicación y probablemente vamos a tener más consecuencias adversas por tratamientos no supervisados que con el dengue”, concluyó.
En el último año, la Organización Panamericana de la Salud registró unos 300.000 casos sospechosos de Chikungunya y al menos 4.700 confirmados, la mayoría en el Caribe.
En Argentina, desde 2009, el Laboratorio de Referencia de Dengue y otros arbovirus del instituto Maiztegui organiza la vigilancia epidémica contra la enfermedad
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