En el día internacional dedicado a generar conciencia sobre la enfermedad, especialistas instaron a la vigilancia y el control ininterrumpidos con el compromiso de las comunidades como única forma de frenar la transmisión.
A comienzos de esta semana, Bill Gates advirtió que el animal más mortífero que habita la Tierra es el mosquito. “Los mosquitos y las enfermedades que transmiten matan a más personas en un día que los tiburones en 100 años”, aseguró el fundador de Microsoft.
En el Día Internacional del Dengue, destinado a generar conciencia sobre la prevención de una enfermedad que aún no tiene vacuna ni cura, la Fundación Mundo Sano recomendó reforzar las acciones permanentes de cuidados personales y de los ambientes domésticos para reducir el riesgo de su transmisión y advirtió que, ante la presencia de síntomas, como fiebre, es importante acudir a la consulta médica y no automedicarse.
El mosquito Aedes aegypti es vector tanto del dengue, como del chikungunya y el zika. Son virus que continúan dominando la escena epidemiológica de las regiones tropicales, subtropicales y templadas del planeta. Se estima que solo en las Américas, 500 millones de personas habitan en áreas con presencia del mosquito vector y circulación comprobada del virus del dengue, además de los virus chikungunya y zika que hicieron su ingreso al continente en 2013 y 2015, respectivamente. En Argentina, la mayor urbanización, los cambios ambientales y la presencia de criaderos activos durante varios meses del año dan lugar a que en la actualidad la presencia del mosquito transmisor constituya un riesgo para la población.
Las investigaciones y las políticas sanitarias son múltiples en procura, especialmente, de prevenir los contagios para un grupo de enfermedades, encabezadas por el dengue, que transmite el mosquito Aedes aegypti. Un estudio publicado a inicios de este año por The Lancet Infectious Diseases indicó que, en 2020, se produjeron casi 750 mil casos menos de dengue en el mundo. Según los expertos, esta caída en los contagios tuvo relación con las restricciones por el COVID-19 que limitaron la movilidad y el contacto humano.
Los especialistas de la London School of Hygiene & Tropical Medicine (LSHTM) y la Universidad Normal de Pekín, que realizaron el estudio antes mencionado, encontraron una fuerte asociación entre el cierre de escuelas y la disminución de los viajes no residenciales durante el pico de la pandemia, como ir de compras o usar el transporte público y la reducción del riesgo de transmisión del dengue. Esto avaló la idea en que se basan las políticas sanitarias de todos los países, ya que lugares como las escuelas y las zonas públicas más visitadas serían de los mayores focos de transmisión del dengue y desempeñan un papel clave en la propagación de la enfermedad.
Según los Centros de Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), 1 de cada 4 personas aproximadamente que contrae el virus del dengue se enferma. Entre las personas que se enferman, los síntomas pueden ser leves o graves. Esto último pone en riesgo la vida de la persona y muchas veces requiere hospitalización.
Los síntomas leves del dengue, el cuadro más común, son similares a otras enfermedades, ya que incluye fiebre, molestias y dolores o sarpullido. Los más habituales son la fiebre, el dolor ocular, el dolor de cabeza, dolor muscular, erupción cutánea, dolor óseo, náuseas y vómitos, dolor en las articulaciones. Estos malestares generalmente duran entre 2 y 7 días. La mayoría de las personas se recupera en alrededor de una semana a partir del inicio del malestar.
El dengue es una enfermedad aún sin un tratamiento, ya que no existe un medicamento específico para tratarla, sino que se aplican algunos contra los síntomas. Ante esto, un trabajo realizado por investigadores del Centro de Virología de la Universidad Médica de Viena y el Instituto Pasteur de París, del que participaron dos científicos argentinos, podría cambiar cómo se abordan las enfermedades provocadas por los flavivirus, tales como el dengue, el zika y la encefalitis transmitida por garrapatas, donde los vectores como los mosquitos son los principales vehículos de contagio.
“Hace 27 años se hizo el primer descubrimiento de cómo son las envolturas de estos flavivirus, pero aquello que se conocía como una pared chata tenía como una puertita de regulación que permitía su actividad. Vislumbramos algo que estaba oculto y que tiene un alcance a futuro que es generar nuevas tecnologías de desarrollo de antivirales. Hoy el dengue y el zika, por ejemplo, no tienen una vacuna efectiva y tampoco buenos antivirales. Pero comprender cómo es su funcionamiento es la base para generar nuevos desarrollos tecnológicos”, explicó a Infobae a comienzos de este mes Mariano Dellarole, del Centro de Investigaciones en Bionanociencias (CIBION – Conicet).
En ese sentido, el experto destacó la importancia que tenía conocer cuál es el comportamiento de este virus para “adaptarse a un ser específico o un vector, porque así como los flavivirus infectan al hombre, hay otros que infectan a animales, y generan otro tipo de problemas, y otros que sólo se quedan reproduciéndose dentro de los mosquitos. Entonces necesitábamos comprender cómo se adapta el virus para vivir en un organismo u otro, y pasar de un lado al otro”. Para poder entender qué tan importante es este hallazgo se pueden establecer dos puntos esenciales. De ahora en más, los científicos pueden desarrollar vacunas y, mientras tanto, evaluar tratamiento efectivos para tratar la infección. Con lo cual, de ahora en más, la medicina ya no se centraría en atender solamente los síntomas, sino que sería el patógeno el objetivo.
“El dengue es un problema no solo presente en la región norte de Argentina, sino que se ha expandido y consolidado en todo el sector central, incluyendo las grandes provincias más pobladas como Buenos Aires, Córdoba, Rosario y también, desde luego, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y los municipios que la rodean”, afirmó Manuel Espinosa, responsable del área de enfermedades transmitidas por mosquitos de la Fundación Mundo Sano.
Prevención
En Argentina, el surgimiento de brotes epidémicos es estacional, y está relacionado principalmente con las variaciones de temperaturas y lluvias a lo largo de los meses del año, y con el comportamiento de las personas. A mayor circulación de gente, y ausencia de cuidados ambientales y personales para la prevención, mayor es la probabilidad de que aumenten los casos.
“En otros países la circulación del virus del dengue es permanente. No es el caso del nuestro, por lo que el virus comienza a circular a partir del ingreso del mismo por el traslado de personas, ya sea por viajes vinculados a trabajo o turismo”, destacó Espinosa.
Históricamente, la principal línea de acción para la prevención fue el control vectorial. Las estrategias para el control de Aedes aegypti en la Región de las Américas y el Caribe, están dirigidas a la eliminación de los criaderos domiciliarios y el control químico/biológico de las fases larvarias del mosquito, junto con intervenciones focalizadas que se intensifican ante la aparición de casos en el contexto de brotes epidémicos, a fin de reducir los niveles de infestación de mosquitos adultos con capacidad vectorial”.
La Fundación Mundo Sano aseguró que la ciudad de Tartagal, Salta, es un claro ejemplo de cómo un programa de vigilancia y control de Aedes aegypti, sostenido en el tiempo de manera ininterrumpida, logró reducir el número de casos de dengue. El programa se lleva a cabo desde el 2009, año en el que se produjo uno de los mayores brotes de dengue en nuestro país, y consiste en la realización de monitoreo larval (se visitan las viviendas para registrar si hay presencia de larvas de Aedes aegypti en recipientes artificiales, así como también de posibles criaderos, recipientes que puedan acumular agua), y el monitorio de actividad reproductiva, puesta de huevos de los mosquitos, que se realiza mediante la instalación y lectura de ovitrampas, que son dispositivos que presentan condiciones ideales para que las hembras de los mosquitos puedan colocar sus huevos.
Con la información generada a partir de estas actividades, se genera evidencia sobre la dinámica local de las poblaciones de los mosquitos Aedes, vectores que transmiten las arbovirosis dengue, chikungunya y zika. Asimismo, cuando el sistema de salud reporta un caso sospechoso de dengue, se realiza un “bloqueo de foco”, actividad que incluye la limpieza exhaustiva de la zona y la aplicación de insecticidas espaciales para eliminar a los mosquitos adultos y evitar la transmisión del virus a personas sanas vecinas del domicilio del caso detectado.
Además, se complementa con acciones para generar conciencia con niños y niñas en edad escolar a través del Proyecto educativo “Prevención en Acción: Recursos Pedagógicos para un mundo Sano”. “Las acciones realizadas en estos años permitieron reducir el riesgo de dengue en la zona, lo cual se ve reflejado en la baja incidencia de los brotes ocurridos”, afirmó Manuel Espinosa, responsable del área de enfermedades transmitidas por mosquitos de la Fundación Mundo Sano.
“Entre 1998 y 2009, Tartagal registró el 61,4% del total de los casos de dengue registrados en la provincia de Salta, mientras que, en el período posterior al inicio del Programa (2010-2020), se redujo al 8,7%”, aseguró el directivo. El programa es llevado a cabo por la Fundación Mundo Sano, el Hospital Juan Domingo Perón, la Municipalidad de Tartagal, la Base Nacional de Control de Vectores y es posible gracias al apoyo brindado por Pan American Energy.
Argentina, 26 de agosto de 2022.
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