A uno, el anuncio lo sorprendió mientras dormía y creyó que era un chiste; otro nunca pensó que lo elegirían porque sólo había «tomado prestado el poder de los microbios», y la tercera jamás había recibido un premio en su país.

Los tres ganadores del Premio Nobel de Fisiología o Medicina 2015 por sus descubrimientos de antiparasitarios son el microbiólogo irlandés William Campbell, su colega japonés Satoshi Omura y la farmacóloga china Youyou Tu. Sus hallazgos ayudaron a salvar la vida de millones de personas .

La distinción causó sorpresa, especialmente porque no se otorga a trabajos de ciencia básica, sino al descubrimiento y desarrollo de fármacos de hace casi medio siglo y a investigadores que encontraron remedios a partir de sustancias naturales para enfermedades desatendidas.

«Es llamativo el reconocimiento», dijo Albertina Moglioni, directora del Instituto de Química y Metabolismo del Fármaco y profesora de Química Medicinal de la UBA.

«Si bien la química de productos naturales nunca pasó de moda frente al diseño de fármacos, hoy no tiene el auge de otros tiempos. Youyou Tu, por ejemplo, no tiene una gran producción científica», dice Moglioni. Y más adelante agrega: «Este premio se entiende más como el aliento a las enfermedades huérfanas, muy típicas de regiones de miseria extrema.»

«Nos sorprendió, pero también nos alegra que las patologías desatendidas ingresen en la agenda pública», coincide Victoria Periago, coordinadora del programa de Geohelmintos de la Fundación Mundo Sano.

Campbell y Omura compartirán el 50% de la distinción por su hallazgo de un tipo de compuestos llamados avermectinas, que matan parásitos causantes de infecciones como la filariasis o la ceguera de los ríos. Tu recibirá el otro 50% por su desarrollo del antimalárico artemisinina a partir de recetas de medicina tradicional de su país. Es la primera vez que China recibe un Nobel.

Juntas, la ceguera de los ríos y la filariasis linfática (o elefantiasis) afectan a más de 100 millones de personas por año. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la oncocercosis dejó ciegas hasta ahora a más de tres millones de personas en el mundo.

La elefantiasis, causada por un parásito que se aloja en los vasos linfáticos, produce hinchazón y deformación de piernas, brazos y genitales. Se la considera la segunda causa principal de discapacidad permanente.

En los años setenta, Omura logró aislar un tipo de bacterias con propiedades antimicrobianas del suelo cercano a un campo de golf.

Entre ellas, seleccionó una cepa particularmente promisoria y se la envió a Campbell, un experto en biología de los parásitos que trabajaba en el Instituto Merck para la Investigación Terapéutica de Nueva Jersey. Este último aisló las avermectinas y modificó la estructura de una de las moléculas para desarrollar lo que sería laivermectina, con la que hoy se tratan varias enfermedades causadas por parásitos.

«Son moléculas antiguas -explica el virólogo y farmacólogo argentino residente en París Pablo Goldschmidt, que precisamente está trabajando en estas moléculas-. La oncocercosis es una enfermedad que transmiten las moscas negras que viven en los cursos de agua limpia con mucho oxígeno y que, al picar, transmiten el parásito. En 2008, se registraron 18 millones de personas positivas para el parásito y 300.000 perdieron la vista. En 1992, Merck, que había sintetizado la droga, la donó y se lanzó un programa de tratamiento.»

Cuando estas moscas hembras introducen larvas del gusano O. volvolus en el organismo, causan dermatitis crónica, erupciones, picazón intensa y falta de pigmentación. Al llegar a los ojos, provocan inflamación y cicatrices en la córnea que pueden llevar a la ceguera.

Hoy, la ivermectina (que se da juntamente con otras drogas) también se usa para otras parasitosis. Según explica Goldschmidt, cuatro pastillitas bastan para curar la sarna. También se emplea para combatir parásitos que se ingieren con vegetales mal lavados o con pescados crudos. Y Periago agrega que en la Argentina es eficaz para tratar laestrongiloidiasis, causada por un nematodo intestinal que en el NOA y el NEA produce casos de desnutrición y anemia. «Se transmite de persona a persona en las comunidades donde no hay cloacas y los chicos caminan descalzos sobre la tierra; en casos de coinfección con VIH puede diseminarse por todo el cuerpo y llevar a la muerte», explica Periago.

La historia de la artemisinina es igualmente singular. «Empezó con la Guerra de Vietnam -cuenta Goldschmidt-. Los vietnamitas perdían más gente por el paludismo que por las balas. No sabían qué hacer porque no les llegaba la quinina, que era el medicamento que se usaba en ese momento. Entonces, en 1967, China lanzó un programa nacional para buscar nuevos agentes en la medicina tradicional.»

Al frente de su equipo, Tu analizó más de 2000 remedios herbales en busca de drogas que tuvieran efecto antimalárico y seleccionó 380 extractos. Uno de ellos era el de laArtemisia annua, o ajenjo dulce, pero al principio los resultados que obtenían eran inconsistentes.

«Se dieron cuenta de que era dificilísimo fabricarla porque a veces funcionaba y a veces no -explica Goldschmidt-. Recién en 1972, utilizando alcoholes orgánicos, obtuvieron una sustancia eficaz. Se pega a los glóbulos rojos y destruye el parásito. Ahora, también se piensa que puede llegar a destruir células tumorales.»

Moglioni explica que muchos de estos compuestos son útiles para más de una enfermedad y es usual que cuando son efectivos para una parasitosis se prueben también en otras. «En la Argentina, hay reportes de que la artemisinina podría servir contra el Chagas», comenta.

Según Goldschmidt, la artemisinina es un tratamiento seguro y el menos tóxico. «Anualmente, doscientos millones de personas padecen malaria y 500.000 mueren, muchos de ellos, niños -subraya-. Más de 3000 millones viven en zonas de riesgo.»

Los parásitos fascinan a William Campbell desde la infancia, informó la Universidad de Drew en Madison, Nueva Jersey: «Tienen ciclos vitales y trucos increíbles, con los que se protegen de nuestro sistema inmunológico. Son hermosos y geniales», dijo.

Durante la conversación con Adam Smith, que lo llamó para comunicarle la buena noticia desde Estocolmo, Campbell subrayó que hay un optimismo tal vez exagerado acerca de la creación de drogas en el laboratorio. «En lo que hace a la diversidad de moléculas, la naturaleza produce consistentemente algunas que los humanos no hubiéramos imaginado», destacó.

Tu, que hoy tiene 84 años, es la duodécima mujer en recibir el Nobel de Medicina y hasta hace cuatro años era un misterio para la comunidad científica. En 2011, se le concedió el premio Lasker de investigación biomédica y así comenzó a hacerse conocida.

«Estos dos descubrimientos ofrecieron a la humanidad nuevas y poderosas armas para combatir estas enfermedades que afectan a cientos de millones de personas todos los años -dijo el comité Nobel en su comunicado-. Las consecuencias para la mejora de la salud humana y la reducción del sufrimiento son inconmensurables.»

Youyou Tu

Exploradora de remedios milenarios

Nació en China en 1930. Se graduó como farmacóloga en la Universidad de Pekín. Desde 1965 trabaja en la Academia China de Medicina Tradicional. A partir de recetas previas a Cristo para tratar la malaria, descubrió la artemisinina

Satoshi Omura

Tras las bacterias del suelo

Nacido en 1935 en Yamanashi, Japón, se graduó como farmacólogo y se doctoró como químico en la Universidad de Tokio. Descubrió que unas bacterias de la tierra de un campo de golf tenían un potente efecto antiparasitario

William Campbell

Fascinado por los parásitos

Nació en Ramelton, Irlanda. Obtuvo una licenciatura de la Universidad de Dublín y se doctoró en la de Wisconsin, Estados Unidos. Entre 1957 y 1990 trabajó en Merck, donde modificó los cultivos enviados por Omura y obtuvo la ivermectina

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