Así lo advirtieron expertos durante un Simposio sobre ese grupo de dolencias prevenibles que afecta a personas de escasos recursos en todo el mundo. En Argentina prevalece el Chagas

Las llamadas Enfermedades Tropicales Desatendidas (ETD) son un grupo conformado por 20 afecciones, entre las que se encuentra el Chagas, la leishmaniasis, la lepra y la geohelmintiasis que afectan a 1.700 millones de personas en el mundo. Se trata de males presentes principalmente en las poblaciones en situación más vulnerable, con escasos ingresos y acceso limitado a los servicios de salud.

En Argentina, el mal Chagas es la más emblemática. Esta enfermedad afecta en todo el mundo a unas 8 millones de personas, de las cuales 1,2 millones son mujeres en edad fértil. Cada año aproximadamente 9.000 bebés nacen con la enfermedad. En nuestro país, se estima que hay 7 millones de personas en riesgo de contraer Chagas y 1,6 millones de infectados.

Lepra, leishmaniasis, parásitos intestinales e hidatidosis también están en el listado de las desatendidas de Argentina.

Durante el XX Simposio Internacional sobre Enfermedades Desatendidas que se llevó a cabo desde el lunes último hasta ayer de modo virtual, expertos internacionales convocaron a gobiernos y a la sociedad civil a aunar esfuerzos para reducir el impacto de las enfermedades desatendidas. 

A fines de 2020, la 73ª Asamblea Mundial de la Salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS) apoyó la creación de una nueva “Hoja de Ruta” para la próxima década. Sobre la base de la primera edición del documento, publicada en 2012, el organismo de salud multilateral estableció metas para 2030 que incluyen la eliminación de al menos una enfermedad tropical desatendida en 100 países y la reducción en un 90% del número de personas que requieren intervenciones médicas para ellas.

Según datos internacionales, en las últimas décadas, el progreso en la lucha contra las enfermedades tropicales desatendidas ha sido importante: 42 países o regiones han eliminado al menos una de estas enfermedades. Sin embargo, una parte significativa de la población todavía permanece al margen de esta revolución.

“Con la nueva Hoja de Ruta de la OMS, tenemos una gran responsabilidad y la oportunidad de unir esfuerzos para desarrollar nuevas herramientas de salud e implementar medidas que nos permitan avanzar en la agenda de las ETD y eliminar o controlar las enfermedades que tanto afectan a nuestros pueblos”, destacó Marcelo Abril, director ejecutivo de la Fundación Mundo Sano.

A pesar de la situación de especial desventaja que la crisis sanitaria causada por el COVID 19 infligió a los afectados por las ETC, Abril consideró que es una oportunidad para que los países la transformen en una lección aprendida y “se movilicen para acelerar los desarrollos al servicio de dar solución a las enfermedades tropicales desatendidas, que desde tiempos inmemoriales constituyen un reto a la salud global y provocan sufrimiento en las poblaciones más vulnerables del mundo”.

En el marco de la Hoja de Ruta, para la enfermedad de Chagas, la infección parasitaria que más muertes causa en Latinoamérica,se propone lograr la interrupción de la transmisión vectorial, congénita, por trasplante y transfusión en 15 países hasta 2030. A su vez, se planea eliminar la leishmaniasis visceral como problema de salud pública en hasta 64 países a lo largo de la próxima década.

Silvia Gold, presidente de la Fundación Mundo Sano también destacó que la pandemia de COVID-19 ha afectado a todas las personas del mundo y, especialmente en países de bajos y medianos ingresos, ha contribuido a agravar aún más la invisibilidad de las personas afectadas por enfermedades que podrían ser totalmente evitables, tratadas y eliminadas.

“En este contexto de crisis sanitaria general, una cuestión que a menudo se pasa por alto es el impacto en las enfermedades que ya en la ‘vieja normalidad’ llamábamos desatendidas, aquellas que se ven postergadas en las prioridades de la salud pública porque los afectados, pertenecientes a grupos sociales vulnerables, carecen de influencia política: la más conocida en Argentina es la enfermedad de Chagas”, describió.

Sin embargo se manifestó esperanzada porque “las grandes crisis generan también grandes esperanzas”. Para construir “la ‘nueva normalidad’, la comunidad de salud global y sus socios deberán promover nuevas estrategias que den cuenta de la situación creada por el COVID-19. Y en este marco la Hoja de Ruta trazada por la OMS para el período 2020-2030 define una línea de trabajo que desde mi perspectiva resulta apropiada: dejar de lado los enfoques verticales específicos de una enfermedad para desplegar estrategias horizontales, lo que en definitiva implica fortalecer el sistema de atención primaria”, dijo.

Los expositores del Simposio que finalizó ayer recordaronlos objetivos globales para 2030 de la Hoja de Ruta de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que prevén reducir en un 90% el número de personas que requieren tratamientopara las ETD. En ese marco, 100 países lograrían eliminar al menos una y erradicar dos ETDs.

Los sanitaristas consideran que una enfermedad ha sido eliminada cuando deja de estar presente en un determinado país o territorio, mientras que, en términos técnicos, se encuentra erradicada cuando ha sido eliminarla por completo.

El encuentro que cerró hoy contó con la presencia de Michael Reich, profesor Emérito de la International Health Policy Harvard T.H. Chan School of Public Health. El experto, quien es doctor en Ciencias Políticas; licenciado en Biofísica Molecular y Bioquímica y magíster en Estudios de Asia Oriental, por la Universidad de Yale, disertó sobre “Cobertura universal de la salud con calidad de atención”.

“Es fundamental trabajar para garantizar estándares de calidad de los servicios de salud, especialmente en el marco de la atención primaria. Este sigue siendo un gran problema en países de bajos y medianos ingresos”.

El experto recordó que “mejorar la calidad de atención a la vez que se amplía el acceso a la salud” repercute de manera “importante importantes también en las ETD. No estamos interesados solamente en ampliar el acceso al tratamiento, sino que esos esfuerzos también deben ser usados como una oportunidad para mejorar la calidad de la atención”.

El Simposio, organizado por la Fundación Mundo Sano, fue un espacio virtual de reflexión y análisis sobre la realidad de estas enfermedades, que reunió a destacados especialistas internacionales y convocó a más de 1.000 asistentes.

Durante las tres jornadas el Simposio abordó la realidad de las enfermedades tropicales desatendidas (NTD, sus siglas en inglés), desde la perspectiva de la cooperación internacional y la investigación al servicio de la salud, en el marco de la Hoja de Ruta para las Enfermedades Tropicales Desatendidas establecida por OMS para el decenio 2021-2030.

La apertura del Simposio estuvo a cargo de Marcelo Abril, director ejecutivo de la Fundación Mundo Sano, quien remarcó que “la actual crisis del COVID-19 nos ha mostrado la importancia de no desatender las NTDs, aquellas que afectan a más de 1.500 millones de personas, principalmente a poblaciones vulnerables que habitan en áreas con ausencia o insuficiente acceso a servicios de salud de calidad, agua limpia y saneamiento».

Por su parte, la doctora Mwele Ntuli Malecela, directora del Departamento de Control de Enfermedades Desatendidas de la OMS se refirió a la nueva Hoja de Ruta 2021-2030 de la OMS. “Se trata de un documento estratégico y de alto nivel, pero también de una herramienta que permitirá alinear los esfuerzos de los grupos interesadas para la próxima década. La nueva hoja de ruta se centra en la búsqueda de objetivos específicos y medibles y en la promoción de enfoques transversales”.

Malacela sostuvo además que “los objetivos generales para el 2030 se centran en que un 90% menos de personas requieran tratamientos contra las ETDs, reducir un 75% los años de vida ajustados por discapacidad relacionados con las ETDs y que 100 países logren la eliminación de al menos una estas enfermedades”.

También se refirió a los objetivos transversales que tienen vínculo muy fuerte con los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS), aun cuando algunas de estas metas están fuera de los ODS como lograr un aumento del 75% de la cobertura integrada de las enfermedades; conseguir que el 90% de los países integren el plan estratégico internacional de las ETDs, el 100 % de acceso a agua, saneamiento e higiene y el 75% menos de muertes causadas por enfermedades transmitidas por los vectores.

Malacela destacó que “todas las iniciativas de la OMS estarán concentradas en las áreas y comunidades que más necesitan la intervención y reflejarán las necesidades en el terreno y de los países, en lugar de reflejar las decisiones sobre políticas que se toman a la distancia”.

Julie Jacobson, actual presidente de la American Society of Tropical Medicine and Hygiene (ASTMH) destacó que “para lograr los objetivos de la nueva Hoja de Ruta no podemos depender solamente de los programas de estas enfermedades, se requieren avances en los sistemas de salud, el acceso al agua, la sanitización, y trabajar en salud animal, es decir, tener enfoques generales y transversales”.

Jacobson también destacó que el logro de los objetivos de la Hoja de Ruta 2030 para las ETD es “una oportunidad única para cambiar la vida de más 1.500 millones de personas que sufren de las enfermedades desatendidas y para lograrlo necesitamos un enfoque intersectorial, miembros y lugares que participen para resolver estos desafíos sanitarios”

Por su parte, Mirta Roses, directora Emérita de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y OMS, se refirió a la lepra, una de las enfermedades más olvidadas dentro de las desatendidas, y las posibilidades actuales de llegar a su eliminación en 2030.

“Hoy la estrategia mundial tiene 4 pilares: implementar la hoja de ruta integradas de “cero Lepra” en todos los países endémicos, ampliar la prevención de la lepra junto con la detección activa integrada de casos, manejar la lepra y prevenir nuevas complicaciones y combatir el estigma y garantizar el respeto de los derechos humanos” sostuvo Roses.

Roses también destacó que, en el caso de Argentina, los puntos clave para eliminar la Lepra son “el apoyo político y fortalecimiento del Programa Nacional y redes provinciales, y el financiamiento y alianzas con sectores sociales, empresariales y de educación”.

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